Baker no entraría dentro del estereotipo de Diva del cine, por lo menos como el público considera a este tipo de artistas, entre otras cosas porque su filmografía tampoco fue muy extensa, pero considero que por su trayectoria, su valentía, su talento, su gracia y su desparpajo, esta mujer se merece, como la que más, por lo menos ser nombrada, y dedicarle el espacio que se merece entre tanto nombre de actrices maravillosas, que aunque quizás más glamourosas o conocidas, nada tenía que envidiar de ellas la preciosa Josephine.
Fue de las pocas artistas que alcanzó la misma popularidad por su aportación al mundo del espectáculo, que por todas las obras benéficas que realizó.
Su corazón y su voluntad de ayudar a los demás fué inmensa. Logró una sustanciosa fortuna que dedicó en gran parte a las causas justas, entre las que se encontraba en primer lugar la lucha ante la igualdad entre razas.
Cuando contó con el prestigio y el dinero suficiente para poder hacerlo, adoptó, nada más y nada menos, que a doce niños, todos de diferente raza, para demostrar al mundo que la convivencia entre distintas etnias era, amén de posible, enriquecedora y necesaria.
Fue también una mujer valiente, de valentía forjada en su propia desgracia, pero este hecho la hizo más fuerte, y teniendo ya un nombre y un reconocimiento por parte de la élite de la sociedad parisina, participó junto a la Resistencia Francesa, recibiendo por parte del gobierno francés la valiosa y significativa “Cruz de Lorena”.
Pero todo tiene un comienzo, y la vida de Josephine comenzó casi con el nacimiento del siglo XX, un 3 de Junio del año 1906.
Josephine vivió una infancia traumática, primero debido al abandono de su padre, hecho que les llevó a la pobreza más absoluta, y segundo a la nueva pareja de su madre, hombre desempleado y vago, que esperaba por parte de las mujeres de la familia que le mantuvieran los vicios.
Con esta situación en casa, Josephine se vio en la necesidad de ponerse a trabajar a muy temprana edad, abandonando así sus estudios. Pasó su infancia trabajando como empleada doméstica y niñera, sufriendo constantes discriminaciones y abusos por el simple hecho de ser negra.
Se casó con tan solo trece años, sobre todo para lograr algo de independencia y alejarse del hogar en el que había nacido, pero este matrimonio estaba condenado al fracaso y se disolvió rápidamente. En el año 1921, se casó por segunda vez con Willie Baker, del que conservó su apellido, para su nombre artístico. Durante el transcurso de estos matrimonios ella siguió trabajando, pues no le gustaba depender de ningún hombre económicamente.

Pero todo tiene un comienzo, y la vida de Josephine comenzó casi con el nacimiento del siglo XX, un 3 de Junio del año 1906.
Josephine vivió una infancia traumática, primero debido al abandono de su padre, hecho que les llevó a la pobreza más absoluta, y segundo a la nueva pareja de su madre, hombre desempleado y vago, que esperaba por parte de las mujeres de la familia que le mantuvieran los vicios.
Con esta situación en casa, Josephine se vio en la necesidad de ponerse a trabajar a muy temprana edad, abandonando así sus estudios. Pasó su infancia trabajando como empleada doméstica y niñera, sufriendo constantes discriminaciones y abusos por el simple hecho de ser negra.
Se casó con tan solo trece años, sobre todo para lograr algo de independencia y alejarse del hogar en el que había nacido, pero este matrimonio estaba condenado al fracaso y se disolvió rápidamente. En el año 1921, se casó por segunda vez con Willie Baker, del que conservó su apellido, para su nombre artístico. Durante el transcurso de estos matrimonios ella siguió trabajando, pues no le gustaba depender de ningún hombre económicamente.

A los 14 años ya había ganado su primer concurso de baile, y con 16 pasó a formar parte de un grupo de danza de Filadelfia, rechazándola tiempo después pues la consideraban demasiado torpe y oscura de piel.
En 1923, con tan sólo 17 años, se trasladó a Nueva York gracias a que logró integrarse de nuevo, como corista, en la compañía que antes la había rechazado.
Una vez allí, logró introducirse en Broadway con un espectáculo llamado “Chocolate Dandies” actuando en locales tan famosos como “Plantation Club “o el mítico “Cotton Club”.
En 1925, regresó a Francia donde actuó como corista con el espectáculo “Le Reveu Negre” donde brilló con su cuerpo espectacular, y su gran talento.
Concretamente fue en el mes de Octubre del año 1925 , cuando comenzó su imparable carrera, ganándose al público vestida con un cinturón hecho de bananas única y exclusivamente. En tres meses consiguió lo que otras habían tardado años: convertirse en la figura principal del Folies Bergère.
Cuentan las crónicas, que fue ella la que introdujo el Charlestón en Europa, y que en el año 1927 se convirtió en la artista mejor pagada de este continente.
Era tal su fama, que las mujeres parisinas la imitaban oscureciendo su tez con polvos de cremas de nueces, y los parisinos le pusieron motes como :”La Perla Negra”, o “La diosa Criolla”.
En 1930, añadió el canto a sus actuaciones, y participó en varias películas como “La Sirène des tropiques” o “La Princesa Tam-Tam”.
Ya en la gloria de su carrera Josephine tenía una espina clavada en su corazón: el público americano seguía sin aceptarla tan sólo por su condición de mujer de raza negra.
La conciencia colectiva americana, era puritana, racista, y la gente no lograba entender como una mujer negra gozaba de tanto privilegio y tanto poder, cuando allí eran considerados seres inferiores: en América se seguía asociando al hombre negro con el esclavo. Los desprecios hacia ella eran constantes, y la crítica se cebaba con ella de manera gratuita e inmisericorde.

Pero Baker ,que era una mujer sensible y en la misma medida persistente, nunca se olvidó de los hermanos que vivían allí en condiciones nefastas , y volvió con la intención de luchar por la integración racial .
El recibimiento fue frío…. distante, tal y como ella había imaginado, pero lejos de acobardarse luchó para a sus actuaciones pudiesen acceder todo tipo de personas, sin discriminaciones raciales. Ésto provocó que en muchos lugares la rechazaran, como fue el caso del “Strok Club” de Nueva York. Esta situación provocó su ira, y arremetió contra ellos valiéndose de la prensa, la poca prensa que la apoyaba, dejando así constancia de todas las humillaciones recibidas .
Finalmente apareció en el "Carneguie Hall", y fue ovacionada, aplaudida y comprendida por una gran multitud de personas: finalmente la aceptaban y tal vez esto fuera un pequeño paso frente a la discriminación racial.
En 1975 volvió a París para celebrar los 50 años sobre un escenario. La presentación se hizo en el “Bobino Theater” de París, y tuvo una audiencia innumerable que incluso contó con la presencia de Gracia de Mónaco.
El gran escritor Ernest Hemingway dijo de ella:”Es y será la mujer más sensacional que nadie haya visto ni verá jamás.”
Murió el 12 de Abril de 1975 en París, la ciudad que la acogió con los brazos abiertos. Cuando murió ya se había ganado el respeto y la admiración de toda la gente. Fue la primera mujer norteamericana en recibir honores militares en sus funerales. Su tumba se encuentra en el cementerio de Mónaco.
Su historia es fascinante......una de las más fascinantes y loables de todas las vidas que he tenido el placer de conocer mediante los trabajos efectuados aquí en mi blog.
Valiente, fuerte, talentosa, amorosa, compasiva, tolerante, luchadora....¡Admirable! esa es la palabra exacta para describir a esta mujer.

