lunes, 19 de julio de 2010

VIVIEN LEIGH


Vivian Leigh nunca pensó en ser una estrella, ella quería ser una actriz: "las estrellas viven una vida falsa, y sin embargo las actrices viven una vida plena y real." No sé si consiguió su propósito, pero desde luego fue una gran actriz ,tanto de cine como de teatro; este hecho la convirtió ante los ojos del público en una gran estrella. Pero no en una estrella cualquiera, sino en una con categoría de Gran Dama de la interpretación

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Nació el 5 de Noviembre de 1913 en la India y era hija de padres ingleses que pertenecían a una familia acomodada.
Desde que era niña, dio muestras de su interés por el teatro, actuando en diversos montajes teatrales de las escuelas donde asistía. Así que su primer debut escénico se produjo en el teatro con la obra “The Green Sash” (1934). Delante de las cámaras debutó un año después con una película llamada “Things are looking up”.

Trás una función en el teatro Lyric, conoció a Laurence Olivier con el que se casó en 1940 en Santa Bárbara (California), teniendo como testigos de la boda a Katharine Hepburn y Garson Kanin.

La relación con Olivier, no estuvo exenta de polémica. Los que los conocían a ambos, decían que Laurence la dominaba y que incluso sentía celos de sus triunfos, por lo que cada vez que Vivien triunfaba con alguna interpretación , éste procuraba hacerla desaparecer durante un tiempo del panorama mediático porque no soportaba que estuviera por encima de él. Y es que ,aunque Laurence estuvo considerado como el mejor actor de la época en el teatro, nunca consiguió la fama y popularidad de Vivien en el cine, y ésto parecía atormentarlo.

Por otra parte, las continuas depresiones de Vivien, provocaban unos cambios de humor sorprendentes en su carácter, hecho que perturbaba terriblemente la convivencia entre ambos, y que los llevó a una espiral de continuas disputas que fueron mermando poco a poco la relación. Aunque la pareja permaneció unida hasta el año 1960, no se sabe bien si fue por dar una buena imagen pública de ambos, o que realmente la atracción entre los dos era tal, que no podían vivir el uno sin el otro.
La prueba de que éste amor contó con las mismas dosis de odio y pasión, la encontramos cuando a la muerte de Vivien ,el actor acudió desesperado a darle su último adiós a la que según él había sido la mujer más importante de su vida. Cuentan que pasó toda la noche junto a su cuerpo inerte murmurando una y otra vez que la quería, y rogándole su perdón por todo lo que le había hecho sufrir. La lástima es que Laurence necesitó casi toda una vida para darse cuenta de este hecho.





El matrimonio compartió varias películas a lo largo de su vida . La primera de ellas se rodó en el año 1937 con el nombre de “Inglaterra en llamas”. La siguiente producción “21 días juntos”(1940), fue un drama donde ambos demostraron su gran calidad interpretativa, y ya en el año 1941 protagonizaron una producción llamada “Lady Hamilton”, en la cual, y debido a que en la vida real ya les unia un gran amor, demostraron una naturalidad y una sinceridad sorprendentes.

Lo cierto es que Vivien no logró su enorme popularidad junto a él ,sino que lo hizo gracias a la película “Lo que el viento se llevó” (1939). Vivien dio vida al personaje de Escarlata O’Hara, y por este trabajo sería recordada eternamente .

Fue la culminación de su carrera en el cine, consiguiendo un Oscar por su increíble interpretación..
En ella compartió cartel con Clark Gable y Olivia de Havilland que la recuerda (pues Olivia sigue viva todavía) como una mujer “entrañable,  dulce, y sobre todo muy profesional”.
Con Gable corrió el falso rumor de que no se soportaban, y que hacían de tripas corazón cada vez que se filmaba una secuencia.
Tras éste enorme éxito que Vivian pudo haber amortizado en el cine, prefirió(o fue convencida)volver de nuevo al teatro.
Se cuenta que fue el propio Laurence ,el que al no soportar tanto elogio hacía una persona ,que no era precisamente la suya, la convenció inmediatamente para interpretar obras de Shakespheare, ya que él consideraba que el mundo del cine era muy frívolo, y que realmente los que aportaba seriedad y categoría a un actor era el teatro.




Vivien que no se dejaba amedrentar fácilmente, supo combinar con facilidad sus obras teatrales, con películas que llegaban a un público más amplio y donde se reafirmaba su calidad como actriz. En el año 1940 protagonizó junto a Robert Taylor “El puente de Waterloo”, un melodrama romántico que reunió a una fantástica pareja, ambos en la plenitud de su belleza, y con interpretaciones sublimes, que lograron de una buena película una obra maestra muy recomendable.




En el año 1945 se convirtió en reina de Egipto con “César y Cleopatra”. La cinta fue precisamente una adaptación de una obra teatral, que tal vez resultó poco acertada, y no tuvo muy buena acogida entre el público, pero nos permitió disfrutar de nuevo de una estupenda y bellísima  Vivien.




Volvió al cine interpretando la vida de otra gran mujer “Anna Karenina”(1948).La película era la cuarta de varias adaptaciones que se hicieron de ésta obra de Leon Tolstoi, y tanto Vivien como el resto de actores que aparecieron en ella ,realizaron su trabajo muy dignamente. La cinta destacó por sus estupendos decorados y su magnífico vestuario, pero la crítica no la recibió con mucho entusiasmo pues consideró que la adaptación de la novela, dejaba mucho que desear, pero claro está que por estas fechas, el simple nombre de Vivien era un reclamo seguro para el espectador.



Fue el año 1951, el que le trajo uno de los mejores títulos que Vivien interpretó en el cine, y por cuyo encomiable trabajo recibió su segundo Oscar.  Con “Un tranvía llamado deseo”.compartió protagonismo con el gran Marlon Brando, y la química surgida entre ellos fue brutal, tanto él como Vivien ,se adentraron en la vida de los personajes que interpretaban de una manera sorprendente. El trabajo de Vivien fue considerado el mejor de su carrera, por encima incluso del que interpretó en “Lo que el viento se llevó”, y por supuesto sería casi un sacrilegio no mencionar el gran trabajo de Marlon Brando : demoledor, colosal… tan sólo la presencia de estos dos monstruos del cine hubieran bastado para conformar un título inolvidable, pero a ésto se añadió la dirección de Elia Kazan, y el guión escrito por Tennesse Williams. Una gran obra maestra, con una historia dura, sórdida, pesimista… pero que hay que ver casi obligatoriamente una vez en la vida, para comprobar que el gran talento interpretativo de ambos, rozaba casi la perfección.




Ya en plena madurez intervino en una producción llamada “La primavera romana de la Sña. Stone” (1961). Basada en una adaptación de la novela escrita por Tennesse Williams.En en su momento pasó sin pena ni gloria  por el panorama cinematográfico, pero sin duda hay que reconocer que fue una película altamente transgresora para la época, ya que trató temas casi prohibidos como la prostitución masculina, o el tráfico de drogas. Respecto a Vivien ,éste fue uno de los últimos trabajos que realizaría en el cine, pues la tuberculosis ya había hecho mella en su persona. De todas formas, aún sintiéndose ya enferma de ésta terrible enfermedad, Vivien nos regaló con ésta película un trabajo maravilloso, interpretando la vida de una ex-actriz que se niega a envejecer. Tal vez  ella sintió una unión especial con este personaje, pues el ocaso de su carrera llamaba a su puerta,y ella lo podía percibir claramente.




En el año 1965 apareció de nuevo junto a la magnífica Simone Signoret en un drama llamado “El barco de los locos”.La cinta recibió dos Oscars a la mejor fotografía y mejor dirección artística respectivamente, y aunque Vivien estuvo esplendorosa, aún se le atribuyó mejor trabajo a su compañera Signoret.
Este fue su último trabajo en el cine. Murió dos años después (1967) de tuberculosis. La muerte se llevó prematuramente a una mujer que era toda sensibilidad, todo en ella era arte. Su ansia de superación era tal ,que se hubiera arrastrado por el lodo si esto hubiera servido para mejorar su interpretación. Tenía cualidades envidiables : determinación. carisma, belleza… todos estos adjetivos y algunos más compusieron una personalidad, que pasaría a ser una de las más importantes de toda la historia del cine. Incomparable mujer, con un excepcional y recordado trabajo tanto en la pantalla grande, como en el teatro, que fue donde se produjo su nacimiento como actriz.


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