Como muchas otras compañeras de profesión, la iniciación en el cine de Debbie Reynolds se debió a su estupendo físico, ya que gracias a un concurso de belleza en el cual resultó ganadora, la contrataron en la Warner durante una temporada; estos estudios le permitieron contactar por primera vez con el mundo del cine, pero lo cierto es que los papeles que protagonizó en esta primera etapa, fueron más bien insignificantes. La verdad es que con tan sólo 16 años, fue la Metro la que le dió la verdadera oportunidad de lucirse como adolescente simpática, mona y sonriente. El marketing ayudó mucho a este cometido ,y en infinidad de portadas la mostraron como la niña-mujer que mejor representaba la vitalidad juvenil, porque eso sí, siempre aparecía cándida, sonriente y hubo algun momento en que resultó hasta cursi de tan primorosa. Poco a poco aquella jovencita procedente de un pequeño pueblecito de Texas alcanzó el estrellato, y con su viveza y simpatía se metió al público en el bolsillo.
Debbie nació el 1 de Abril de 1932 en El Paso (Texas). Siendo ella una niña sus padres se trasladaron a Burbank, lugar que representó Debbie en el concurso de belleza que más tarde la llevaría a la fama.En este concurso, aparte de lucir palmito, la joven pudo demostrar su aptitudes para el baile y el canto, y que mejor que hacerlo imitando a Betty Hutton, que por aquella época era la estrella más resplandeciente de La Paramount. Este hecho debió agradar a las productoras cinematográficas, que inmediatamente se pusieron en contacto con Debbie para someterla a unas pruebas.
Parece ser que quedaron bastante satisfechos con el desparpajo de la joven, e inmediatamente debutó, en un mínimo papel, junto a la gran Bette Davis en una comedia llamada “La novia de Junio” (1948). Con esta aparición Debbie no consiguió ninguna notoriedad, pero ver a Bette Davis protagonizando una comedia supuso toda una anécdota.
Fue en el año 195o, y con el musical “Three Little words”, cuando realmente Debbie encandiló al público con el personaje de una cantante de los años veinte, aportándole a su papel una simpatia y una vitalidad que dejaron huella entre los espectadores; si a esta situación le añadimos compañeros de reparto como Fred Astaire ,logramos comprender el porque esta fue su primera aparición importante en el mundo del cine.
Aunque se trató del primer papel significativo de su carrera, y esperando gracias a éste mejores oportunidades de lucimiento, lo cierto es que la confianza de los estudios sobre la joven aún no era total, y en su siguiente título no pasó de protagonizar un papel secundario en un musical llamado “Mr. Imperium” (1951), junto a Lana Turner en lo que además fue un estrepitoso fracaso, y debido al cual Lana Turner precipitó su carrera al declive.
En el año 1952, llegó la verdadera oportunidad de oro para Debbie, gracias a Gene Kelly y Stanley Donen, o lo que es lo mismo gracias a “Cantando bajo la lluvia”, que la lanzó directamente al estrellato. En su época la película fue muy alabada por la crítica y excelentemente acogida entre el público, debido a sus magistrales coreografías, su humor universal , y su magnífica dirección ; hoy en día está considerada como uno de los mejores musicales de toda la historia del cine.
Un año después volvería a compartir cartel con Donald O’Connor en “I Love Melvin” (1953), y también sería este mismo año cuando Stanley Donen le daría de nuevo protagonismo en “Tres chicas con suerte” (1953), en la que la verdadera revelación sería Bob Fosse , estupendo bailarín que más tarde se convirtió en prestigioso director de musicales como “Cabaret” y “All That Jazz”.
En “Las tres noches de Susana” (1954), Debbie apareció deliciosa, junto al maduro Dick Powell, y en el año 1955 confundió a la crítica con su presencia en un musical insólito, que por cierto nunca llegó a estrenarse en España, llamado “Athena”.
Aunque este musical supuso un paso atrás en su estupenda carrera, salió del paso protagonizando “Hit the Deck” (1955), remake que no salió nada mal parado respecto a la versión protagonizada en el año 1936 por Fred Astaire y Ginger Rogers, en lo que entonces se llamó: “Sigamos la flota”.
Por estas fechas Debbie ya se había convertido en toda una mujer, y los estudios, en concreto la Metro, consideraron que ya luciría espléndida junto a importantes figuras masculinas, así que en su siguiente producción la emparejaron con el demandado Frank Sinatra en una comedia llamada “El solterón y el amor” (1955).
En el año 1956, cambió de registro y desafiante apareció en una comedia de tinte dramático llamada “Banquete de Bodas”, junto a la gran Bette Davis, y en la cual Debbie se mostró ante el público sin pizca del glamour que anteriormente había transmitido; la crítica valoró muy positivamente su trabajo, y los espectadores acogieron esta obra que, aunque con pocas pretensiones ,consiguió entretener y agradar por su sencillez y sus buenísimas interpretaciones.
Su siguiente proyecto “Los lios de Susana” (1956), se realizaría junto al entonces su marido Eddie Fisher; lo cierto es que la pareja lo hizo, más que por convicción propia, por quedar bien con los estudios que percibían con claridad el cariño que la pareja despertaba entre el público; el resultado fue óptimo pues se consiguió mucha publicidad de la cinta, gracias a la complicidad absoluta de los fans, y a la imágen que transmitía el matrimonio de pareja joven, adorable y feliz. ¿Quién iba a pensar entonces que Eddie abandonaría a tan encantadora y cercana mujer, por la más bella entre las bellas? Así fue…. en el año 1959, Debbie fue sustituida por una mujer que entonces no tenía rival : Liz Taylor.
En el año 1957 de nuevo aceptó un papel en el que primaba el romanticismo juvenil; y así, apareció monísima y encantadora haciendo de niña salvaje enamorada de un apuesto soldado solterón que encarnaba Leslie Nielsen, el título de la cinta no pudo ser más explícito : “Tammy, la muchacha salvaje”.
Dos años después y casi en contra de su voluntad, tuvo que protagonizar junto a Toni Randall, una comedia romántica que pasó practicamente desapercibida y que se llamó : “Cómo atrapar un marido” (1959). Por estas fechas su matrimonio con Fisher estaba llegando a su fin, y el público arropó a Debbie fervorosamente, pues nada había peor, que ser abandonada por el marido y más a causa de la mejor amiga ,que por entonces era Liz Taylor. Debbie se granjeó con rapidez las simpatias del público, y gracias a este hecho pasó a formar parte de la lista de los artistas más populares del momento. Los seguidores de Liz Taylor enmudecieron, pero siguieron apoyando a la diva, que ,aunque algo perversa ,seguía siendo la más grande.
Los estudios de cine ya estaban comenzando a comprobar que el sistema de estrellas, que tan bien les había ido hasta ese momento, comenzaba a naufragar, y antes que llegara el hundimiento decidieron rentabilizar dos de las más importantes figuras que le quedaban en nómina. Así que la Metro unió a Debbie con Glen Ford, en dos comedias consecutivas. La primera se llamó “Empezó con un beso” (1959), y la segunda “Un muerto recalcitrante”(1959).
Al parecer, los productores de cine seguían viendo a Debbie ,tantos años después , con ojos de eterna adolescente, y de esta manera de nuevo le fue asignado un papel que bajo el criterio de muchos ya le quedaba pequeño, en lo que fue una parodia de western llamada “Sola ante el peligro” (1961); menos mal que este mismo año se desquitó un poco de esta imágen con un western de verdad: “La conquista del Oeste” (1961).
Ya en el año 1964, le llegó la verdadera oportunidad de demostrar todo lo que había aprendido con un maravilloso musical llamado “Molly Brow, siempre a flote” (1964), por cuya interpretación fue nominada a los Oscars; lo malo es que ese mismo año tenía competidoras como Anne Brancoft, Sofía Loren o Judy Andrews, y se tuvo que conformar con la nominación, ya que el Oscar finalmente le fue otorgado a Judy Andrews por “Mary Poppins”.
Un año después fue Vincent Minnelli el que la dirigió en “Adios, Charlie” (1965), una comedia mordaz que anteriormente había fracasado en el teatro interpretada por Lauren Bacall, y que llevada al cine tampoco corrió mejor suerte.
En su siguiente trabajo daría vida a una monja algo mundana que se hacía sumamente popular al situarse ella y su guitarra en las primeras listas de éxitos musicales. Cuentan que fue a raiz del éxito de Julie Andrews en “Sonrisas y lagrimas”, por lo que decidieron dar vida a este proyecto; proyecto basado en una historia real, pero bastante edulcorado, ya que aunque tenía alguna que otra semejanza, lo cierto es que la religiosa en cuestión terminó tirándose de los pelos con el Vaticano y abandonando los hábitos para contraer matrimonio, pero esta vez con un hombre de carne y hueso; la película en cuestión se llamó “Dominique”.
No sería hasta el año 1971, cuando de nuevo sorprendería a la industria y al público con una estupenda interpretación dramática junto a Shelley Winters, en una cinta de terror psicológico llamada “¿Qué le pasa a Helen?; al poder admirar su trabajo,muchos pensaron en lo desperdiciada que había estado la actriz durante tantos años.
En los años setenta, pocas fueron las actrices de aquella maravillosa época que no fueron tentadas por la televisión, y Debbie también sucumbió a los encantos de la pequeña pantalla en la cual llegó a grabar su propio programa llamado “The Debbie Reynolds show”; el programa tan sólo estuvo en antena una temporada debido a que Debbie entró en cólera, al saber que en la publicidad de su show se retransmitian anuncios de tabaco , el cual ella detestaba.
Este disgusto no hizo mella en su fuerte personalidad, y decidió encaminar su profesión hacia el teatro donde logró un gran éxito con el musical “Irene”. En los años noventa apareció en varios títulos como “El cielo y la tierra”(1993), de Oliver Stone, “La manias de mamá” (1996) de Albert Brooks o en una exitosa comedia dirigida por Frank Oz llamada “Dentro y fuera” (1997), que consiguió una enorme popularidad en América. Sus últimos trabajos se han desenvuelto en la televisión; en el último de ellos apareció junto a grandes figuras de la escena como Liz Taylor (ya por estas fechas habían vuelto a recobrar la amistad), Shirley MacLaine o Joan Collins en una serie llamada “Esas chicas fabulosas” (2oo1), que obtuvo una aceptación fabulosa en América.
Tras su divorcio de Eddie Fisher se volvió a casar dos veces, pero ambos matrimonios terminaron en divorcio.
Hace poco Debbie a vuelto a ser noticia por llevar a subasta objetos de su colección de cine privada, entre los que se encuentra el mítico vestido que lució Marilyn en “La tentación vive arriba” o vestidos que exhibió Vivien Leigh en “Lo que el viento se llevó”.
Debbie es una de las pocas supervivientes de aquella maravillosa época en la que surgieron tan buenos intérpretes, y con ella lleva el sello y la categoría de una estrella..de una estrella de esas que tanto añoramos…de esas que ya no existen.
En la fotografía de abajo aparece junto a su hija también actriz Carrie Fisher, conocida principalmente por su interpretación de la princesa Leia en “La guerra de las galaxias”.